lunes, 12 de mayo de 2008

El problema del Conocimiento del Conocimiento

El conocimiento es una capacidad humana y no una propiedad de un objeto como pueda ser un libro. Su transmisión implica un proceso intelectual de enseñanza y aprendizaje. Transmitir una información es fácil, mucho más que transmitir conocimiento. Morín (2001) explica que Conocimiento es la capacidad para convertir datos e información en acciones efectivas. Esto implica que el conocimiento carece de valor si permanece estático; sólo genera valor en la medida en que se mueve, es decir, cuando es transmitido o transformado por el pensamiento humano. El conocimiento tiene estructura y es elaborado, implica la existencia de redes de ricas relaciones semánticas entre entidades abstractas o materiales. Una simple base de datos, por muchos registros que contenga, no constituye per se conocimiento; sino que debe contener diversidad y multiplicidad en modos o niveles a los cuales correspondería cada uno de estos términos. El conocimiento es sin duda un fenómeno multidimensional en el sentido de estar integrado en lo físico, biológico, cerebral, mental, psicológico, cultural y social.
El conocimiento no es algo que pueda separarse de las condiciones sociales en que éste se genera, ya sean lógicas, biológicas, psicológicas o culturales. No debemos entender por conocimiento únicamente al saber producido por la ciencia sino que debemos considerar seriamente como tal a toda construcción humana material y conceptual tendiente a organizar y encauzar nuestras experiencias en el mundo.
Sin embargo hasta hace poco todos estos elementos se han visto parcelados por la misma organización del conocimiento y la cultura, lo cual afectaba sustancialmente la posibilidad del conocimiento del conocimiento y el conocimiento de nosotros mismos y el mundo lo cual fue denominado como la patología del saber.
Es necesario agregar a esto que todos los grandes progresos del pensamiento propios del siglo XX se realizaron en el interior del descubrimiento de los límites del conocimiento, del pensamiento y de la acción humana: límites de la observación (Heisenberg), límites de la información (Brillouin), límites de la lógica (Gódel) y de la explicación (Tarski), límites del crecimiento, límites de la vida.
Más aún, sabemos desde Kant que el pensamiento se vuelve fuerte cuando se da vuelta hacia sí mismo y se toma como objeto de conocimiento. Hoy, por más insuficiente que sea la reunión de las disciplinas cognitivas, que tienen como objeto conocer el conocimiento, ésta trae una primera posibilidad objetiva de proseguir sobre el terreno científico la empresa que hasta ahora había sido filosófica. Pero una ciencia cognitiva no podría identificarse con otras ciencias que sólo toman en cuenta al objeto y excluyen al sujeto del conocimiento: en efecto, el conocimiento consagrado al conocimiento debe incluir necesariamente la dimensión reflexiva, ya que el medio para conocer y el objeto por conocer son los mismos. El objeto y el sujeto del conocimiento sólo pueden ser separados al precio de la más grave de las mutilaciones.
Las ciencias cognitivas deben estar integradas dentro de una intención simultáneamente científica/filosófica, subjetiva/objetiva, de conocimiento del conocimiento debido a que el conocimiento del conocimiento no podría estar aislado de la más pequeña de nuestras empresas cognitivas. Todo observador/visualizador que realice un conocimiento debe integrarse a este conocimiento. En este sentido, la conciencia hermenéutica constituye un paso obligatorio para el conocimiento, ya que éste es siempre interpretación y traducción. Asimismo, la conciencia epistemológica constituye un paso obligatorio para todo conocimiento, ya que éste es siempre una organización paradigmática/lógica que debe ser elucidada en cuanto tal. Así, según nuestro punto de vista, la epistemología y la hermenéutica no deben ser consideradas como antagonistas, sino como complementarias. Lo que bloquea al conocimiento es el hermenéutismo, que disuelve la realidad del objeto de conocimiento para dejar solamente la acción interpretativa; y es el epistemologismo, que, a su manera destruye la realidad del objeto de conocimiento en beneficio de la estructura cognitiva.
Así, como ciencias cognitivas, la epistemología y la hermenéutica pueden ponerse en constelación en una empresa consagrada al conocimiento del pensamiento, a la integración de este conocimiento dentro de todo conocimiento, a la integración del pensamiento dentro de todo pensamiento.
El conocimiento del mundo, por su parte, será a la vez fuerte y débil, es decir, complejo. En lugar de querer apartar lo que fue el enemigo principal del pensamiento metafísico y del pensamiento mecánico, el Enemigo del Orden y de lo Absoluto, el Tiempo, localizará siempre sobre la temporalidad Cabalgará sobre el Tiempo, montura y camino errante del Universo, nacido de la desorientación del Infinito, en sus procesos de desintegraciones y de creaciones, de nacimientos y de muertes.
Así, al pensar en la posibilidad de un pensamiento que tenga la fuerza de considerar sus propias debilidades y que tenga la fuerza de considerar las debilidades del mundo. Es necesario, de hecho, consagrar un pensamiento de un mundo que lleva en sí mismo una debilidad de nacimiento, sin la cual, sin embargo, no hubiera podido nacer, y que carga con una debilidad en su realidad misma, sin la cual no habría realidad.
Con la crisis de los fundamentos que afecta al pensamiento occidental desde el final del siglo XIX, el conocimiento sufre una insuficiencia para resolver los problemas metafísicos y ontológicos. Las revoluciones científicas al oponerse al antiguo paradigma ocasionaron una ruptura epistemológica, noción introducida por Bachelard citado en Sánchez (1998). Estos paradigmas contemporáneos definen y orientan el origen del conocimiento en diversas direcciones, partiendo del Círculo de Viena (1927), pasando por Carnap, Popper, Piaget, Bachelard, Kuhn, con la influencia de tendencias basadas en la concepción posítivista de la ciencia hasta la construcción y reconstrucción del conocimiento a través de nuevas tendencias epistemológicas que surgieron a partir de la crítica a la perspectiva positivista. El pensamiento reconoce su debilidad frente a un mundo demasiado fuerte para él. Cuando la ciencia es aquejada a su vez por la crisis de los fundamentos, ésta afecta las teorías científicas, que a partir de ese momento se reconocen como provisorias y falibles, pero no es así para el propio mundo. Cuando la crisis alcanza a la lógica y revela sus insuficiencias, queda claro que lo real es más profundo y el mundo es más vasto que la lógica. El mundo está inmerso en un Misterio inaudito, pero todavía no se sabe que este misterio contiene la debilidad de lo real. El descubrimiento de que no existe ningún fundamento cierto para el conocimiento y de que el mismo contiene sombras, zonas ciegas, agujeros negros. El pensamiento fuerte del racionalismo y del determinismo clásicos, fue incapaz de reconocer el desorden, el azar, la degradación, la muerte, sólo podía concebir una mecánica trivial imposibilitado para crear o de crearse. De la misma manera que un mundo totalmente ordenado es un mundo frágil que no posee ni una pizca de invención, así un pensamiento totalmente ordenado es totalmente débil frente a las realidades complejas de nuestro mundo.
Ante esto, si el conocimiento es radicalmente relativo e incierto, el conocimiento del conocimiento no escapa a esta relatividad e incertidumbre por lo cual es imperioso la fecundidad de exigencias cognitivas originales que orienten ese nuevo saber y creen otros fundamentos como base de las explicaciones de la nueva realidad del mundo.